"...Ahora que ya estas de nunca más, Niña María,
yo mezclaré un puñado de esa voz bandoneonera,
que aún quema en tu garganta, con un poco de la mía,
con borra de recuerdos, fiato negro y carraspera
tordilla de un bordón. Así, del íntimo extramuro
porteño de tu adiós, atravesando las fronteras
sencillas de la muerte, he de traer tu canto oscuro.
Tendrá la edad de Dios y dos antiguas mataduras:
Un odio a diestra; y, a zurda, una ternura. Y al duro
y dulce son fantasma de sus ecos, las futuras Marías,
repechando Santa Fe rumbo a otra aurora, se
apuraran temblando sin saber por qué se apuran..."
yo mezclaré un puñado de esa voz bandoneonera,
que aún quema en tu garganta, con un poco de la mía,
con borra de recuerdos, fiato negro y carraspera
tordilla de un bordón. Así, del íntimo extramuro
porteño de tu adiós, atravesando las fronteras
sencillas de la muerte, he de traer tu canto oscuro.
Tendrá la edad de Dios y dos antiguas mataduras:
Un odio a diestra; y, a zurda, una ternura. Y al duro
y dulce son fantasma de sus ecos, las futuras Marías,
repechando Santa Fe rumbo a otra aurora, se
apuraran temblando sin saber por qué se apuran..."
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